Lo esencial es invisible a los ojos

“Lo esencial es invisible a los ojos” es una frase tan popular como trillada. Es casi siempre real, pero poco aplicable. Hoy en día lo que se impone es la imagen, lo visible, no la esencia. No lo esencial. Y aunque dicen que el aspecto exterior de las personas refleja su espíritu, eso tampoco es totalmente cierto. Como en todo hay reglas, y excepciones. Como “Precious” Clarise Jones.


Si tomo el estereotipo de belleza occidental, ella reúne todas las condiciones para estar en el extremo opuesto de ese canon. Ella sería todo lo que no hay que ser. Es fea, gorda y por si faltara algo proviene de una humilde familia. Es pobre.


A sus 16 años ya conoce y lleva bajo la piel más dolores que los que pueden acumular muchos seres en varias vidas. Su propósito y su esencia son lo que evidentemente la han mantenido viva hasta tan "avanzada edad", a pesar de todo.


La película de Lee Daniels tiene una manera diferente de introducirnos en la historia, llevándonos con intimidad al mundo que la mantiene viva: sus fantasías. Un mundo de ilusión en el que Preciosa se sumerge cuando su padre la viola, o cuando su madre mira hacia otro lado cuando eso mismo sucede.


Ella sueña a lo grande con las cosas más hermosas que desea para sí. Sueños que hasta la asemejan a cualquier otra adolescente. Siente el deseo de ser amada y amar, de enamorarse. De ser exitosa.


Su historia personal la obliga sin embargo a ocuparse una y otra vez en sobrevivir y no en "delirios" adolescentes. Pelear por su vida y lidiar con un embarazo incestuoso y una pequeña hija con síndrome de down siempre la traen de regreso a la realidad.


Preciosa pelea con todas sus fuerzas pese a todo para poder aprender a leer y escribir, para proteger a sus dos hijos, para salir adelante pese a sus circunstancias. Pelea por armarse de valor y seguir. Seguir entera cuanto más pueda.


Este filme ya ganó varios premios en festivales internacionales entre los que se destaca Mejor Actriz en los Globo de Oro, y compite en seis categorías en los premios Oscar, entre la que se destaca Mejor Película.


El argumento puede parecer trillado, rodeado de dramatismo y adversidades que finalmente se superan -cual sueño americano- con un final feliz, luego de un largo peregrinar espinoso y empedrado.


Ese es el sabor de la totalidad de la película, que podría definir como triunfalista. Pero en otro punto de vista, un poco más allá de lo evidente y buscando lo esencial que es invisible a los ojos me pregunto: tanta lucha contra demonios íntimos y externos, ¿podría arrojar otro resultado?

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