La muerte ante cámaras y sin ellas

Un accidente de tránsito se cobró la vida de un joven de 22 años. El carácter público del muchacho, por ser parte del plantel de un club de fútbol, puso el hecho en otra dimensión. En los medios de comunicación audiovisuales se difundió la noticia por varios minutos y en amplios espacios de la prensa se publicó el parte médico, los mensajes de apoyo que recibió mientras peleó por su vida y el aguante de los amigos a su núcleo más cercano. El dolor que llegó con el trágico anuncio de su muerte produjo un nudo en la garganta en cientos de personas que sin sufrir por supuesto el desconsuelo de su familia, sintió la impotencia que conllevan estas situaciones.

Durante su funeral transmitido en vivo por la televisión, se vio al público agolpándose para rendirle homenaje antes de su entierro. Hubo aplausos, ovaciones y emociones encontradas. Dolor, angustia y rabia mezclados por una circunstancia que en Uruguay es pan de todos los días.


Más allá de las causas del hecho, ¿tiene que trascender para recordar que esto pasa a diario? Son decenas las familias que sufren instancias similares cotidianamente y muchos los que lamentamos contar al menos a un amigo o conocido que se desgarró en el anonimato (sin la mirada atenta de las cámaras) por la pérdida irrecuperable de un ser amado en un accidente, o como ha dado en denominarse, siniestro vial. Esa herida no sana nunca. Pero la obligación de reflexionar sobre el problema y tomar decisiones personales y compartidas para combatirlo, tampoco debería pasar al olvido.

La lista actualizada

Si sigo así voy a cumplir un mes sin postear y seguiré esperando ver una buena película que valga la pena comentar. Cómo no puedo seguir en ese plan, se me dio por meter letra a la nada. Solo por decir: actualizo. Es algo así como cuando se hacen películas por hacer. Una gripe con yagas y otro paquete incluido me mandó unos días a la cama y pasé buena parte del tiempo mirando películas que encontré al alcance de la mano. Mmm…


“Antes de partir” con Jack Nicholson y Morgan Freeman, un empresario y un mecánico desahuciados por una enfermedad terminal que los motiva a hacer aquello que nunca intentaron siquiera en toda su vida. Mucha moraleja, detalles divertidos, humor negro de a ratos, pero en definitiva, cliché.


“Dan in Real Life” con Steve Carell y Juliette Binoche. Dos sujetos de mediana edad que se encuentran fortuitamente en una librería y establecen una “conexión” a primera vista. Él se enamora, ella trata de escapar a un esbozo de sentimiento similar porque mantiene una relación con otra persona, nada más y nada menos que con el hermano de Dan. Alcanza imaginarse cualquier otra película con similar argumento para decir que ésta es de escaso interés. No tiene un guión con algún momento interesante, y ni los escenarios o paisajes donde se teje la trama alcanzan para decir que al menos valió la pena la contemplación.


“Hombres de mentes” o “Los hombres que miraban fijamente a las cabras”, esta es buena… Tiene un elenco variado -y en algunos casos buenos actores de la talla de George Clooney, Ewan McGregor, Kevin Spacey, Jeff Bridges y Robert Patrick-, pero es un viaje pleno al asombro. Con la bandera de dejar volar la imaginación, el director (Grant Heslov) delira con que en el ejército estadounidense hubo (o hay) un equipo de “soldados místicos” que lucha contra el enemigo de siempre (terroristas islámicos) y cuyo plan de entrenamiento incluye dominar la mente de una cabra, usando solo la mirada. Un comienzo, un desarrollo y un final, sin sentido.


Tres muestras de una lista variada que completa la actualización de las películas para el olvido, y del blog. De paso.