Ritmo nórdico




Esta semana se presentó en Madrid Fallulah, una joven danesa que luego de pasear por algunos rincones del mundo y experimentar en la danza (además de la música), volvió a los suburbios de Copenhague "dispuesta a convertirse en cantante".

Las crónicas que la describen cuentan que "los caminos empezaron a abrirse de manera sorprendente" y entonces Fallulah dio con un tipo de canción que se acerca desde la rítmica y el compromiso con la palabra a propuestas como las de Bat For Lashes, M.I.A. y Regina Spektor. Aspecto que la hace aún más interesante.

Algunos de sus discos, como The Black Cat Neighbourhood, confirmaron su personalidad como artista. El tema I Lay My Head, "revela una enorme sensibilidad para la construcción de melodías", según algunas críticas de especialistas.

Invierno, otoño, y otra vez invierno… sin hogar


El Puzzle from CIPÓ Company on Vimeo.

Cuando llegan las temperaturas invernales, y la brisa agradable se convierte en helado viento suelen resurgir varios temas típicos de esa temporada. En la prensa, en la televisión y en la radio las crónicas se encargan de las necesidades y demandas de las personas sin hogar. Se cubren varios minutos al aire y páginas con el asunto.

El jueves pasado, en ocasión de un seminario sobre Periodismo y ONGs –realizado en la Asociación de la Prensa de Madrid- un grupo presentó un trabajo sobre la realidad de las personas sin hogar.

En el documental de 15 minutos se cuentan las historias detrás de la historia temporal del frío y la falta de cobijo a la que están sometidas estas personas en invierno. Se contemplan sin sensiblería su pasado y su presente. Se da una mirada madura a esa realidad.

El grupo de trabajo de esta ONG, compuesto por cuatro personas, utiliza el documental como medio para concientizar sobre los micros mundos encerrados tras los prejuicios que aparecen ni bien uno se enfrenta a determinadas circunstancias.

Con buena fotografía, sensibilidad e inteligencia “El puzle” deja espacio a conocer lo que hay más allá de los preconceptos.

Mirar, recortar, y ver

En una experiencia nueva, donde se siente uno como recién nacido, se pierde un poco el hilo de por dónde empezar a contar tantas maravillas juntas reunidas en un solo instante. Al escribir repaso en la memoria los pequeños y grandes paseos por las inmensas y angostas calles. Un mundo de gente se aglomera en determinadas esquinas y otras, dotadas de mágicos resplandores están prácticamente vacíos. Gente que grita, que conversa, que ríe y se encuentra en todos los idiomas, razas y religiones. También gente que se pierde. Un sinnúmero de detalles van copando la vida en la gran ciudad desde tiempos inmemoriales. Así lo dejan al descubierto las obras de arte en la historia de la humanidad. Qué más especial que una pieza artística para contar y revelar los misterios ocultos o no narrados en los libros de historia sobre nuestros pasados.

En el segundo nivel del Museo Thyssen-Bornemisza, se abre el paso al ayer y al ahora. Desde allí se van aprendiendo detalles de la vida cotidiana y de los grandes eventos de todos los tiempos. La colección del barón ofrece un recorrido por el arte, desde el siglo XIII hasta las postrimerías del siglo XX, donde lo clásico y lo moderno comparten un mismo techo.

Sin embargo, sin más, creo que es imposible disfrutar tantos centenares de piezas de una sola vez. El recorrido lo marca el propio placer por ver, más que el orden específico dado a las piezas. Ver, aprender y entender las obras y lo que en ellas se nos cuenta para siempre, es una sensación única. Se descubre, por ejemplo que entre los años 1460-1465 el artista Paolo Di Giovanni pintó con tez oscura al Papa Gregorio XI en la obra "
Santa Catalina ante el Papa Gregorio XI en Aviñón">

El caso de la "Ultima cena", óleo sobre tabla de Maestro de la Virgo inter Virgines, obra de finales del siglo XV, donde se ve a Jesús en una mesa totalmente distinta a la que conocemos de la mano de Leonardo da Vinci (pintada en mural original entre 1495 y 1497). Es esa pieza (cuya reproducción no pude encontrar) en la que Jesús y sus discípulos se confunden entre sí. En la mesa cuadrada, los protagonistas de esta historia están siendo mirados desde lo alto, y se distingue claramente quién es Jesús por su actitud de contemplación hacia un par, no tanto por estar centrado en medio de una ceremonia como personaje estrella. Notoriamente allí él tiene un rol importante, pero no es un “super hombre”, es par con los demás.

Siguiendo en el recorrido aprendí que un hombre, llamado Petru Christus, pintó en 1450 a "
La virgen del árbol seco". Una obra preciosa que me impacta por su concepto. Petrus Christus (1410-1475 ó 1476) es un pintor flamenco del cual no se conoce casi nada. Esta representación -según se narra en la página web del Museo Thyssen-Bornemisza, está relacionada con la Cofradía de Nuestra Señora del Árbol Seco, a la que el artista y su mujer pertenecieron. Se supone que algún cofrade pudo haberle encargado la obra para su devoción privada o incluso que fuera del propio Petrus Christus.

“En esta pequeña tabla el artista ha representado simbólicamente el mensaje de la Redención, a través de las figuras de la Virgen y el Niño, como narra el Libro de Ezequiel, haciendo alusión a María como la Nueva Eva y al árbol seco, que se ha interpretado como el Árbol de la Ciencia, marchito tras el pecado original y que volvió a florecer con la concepción de Jesús. El Niño aparece en la composición como Redentor de la humanidad, llevando en la mano el globo coronado con la cruz”.

Unos pasos más adelante, sin haber atravesado la primera sala de la exposición permanente, encontré el cuadro "
Cristo resucitado" de Bramantino. Este Cristo es único, diferente a cualquier otro que viera antes, por el sencillo hecho de que su sufrimiento, el que tanto se le adjudica tuvo en vida, se ve. Se siente. Su angustia atraviesa el pecho al contemplarlo. Bramantino, trabajó buena parte de su carrera en Milán, donde estudió mucho a los artistas de su época. La obra, se explica en la web del museo, no representa al Jesús vencedor de la muerte, que aparece triunfante. Aquí es mostrado con los ojos enrojecidos y una expresión de intenso dolor y tristeza. La figura del personaje es pálida, casi fantasmagórica, y contrasta con los tonos más rojizos y vivos que el pintor empleó en el rostro, el cabello y las manos.

La abundancia de la cultura, el arte, la sociedad es que no importa el siglo, se ven reflejados los temas de interés dominante chocando con los vanguardismos. Las peleas por los que no se conforman con lo dado y buscan más; entreverados con los que sacan uñas y dientes para defender lo establecido.

En el mismo espacio donde se albergan y cuidan como tesoros éstas, y muchísimas otras piezas, se expone la muestra del fotógrafo peruano Mario Testino, denominada "
Todo o nada". Verle es dar un paseo por la irreverencia y la belleza puestas al más alto nivel. El artista captura con su mirada espacios íntimos de mujeres hermosísimas y conceptualiza modos de ver. En el placer de apreciar tanta hermosura se pierde de vista la belleza estereotipada (y todos los cuestionamientos modernos que hay sobre ella), por el solo hecho de que Testino logra describir mucho de lo que pasa en el mundo creando a partir de un cuerpo noble. Y así se ve como una modelo no es más que un maniquí en movimiento, o que se ha de ser muy audaz para subirse a unos tacones de 10 centímetros y posar desnuda ante una cámara, sin pudores, o que se puede desmitificar la belleza artificial de varios modos o también crearla de otros tantos.

Mirar, dijo quien parece ser un sabio docente, es el arte de recortar con los ojos todo lo que vemos en el espacio que nos rodea y dar atención a algo en un momento determinado. Aún hay mucho por recortar.

Vuelvo


Vuelvo, la primera palabra con la que Ismael Serrano abrió su recital en Uruguay, y también las puertas de su casa al público. Un escenario repleto de muebles, con lámparas, sillones, tendederos de rompa y hasta mesas, recibían al público al ingresar al recinto. Los colores bordeaux y crema ambientaron aún más el espacio. Vuelvo, y la música empezó a sonar. La melodía de la voz de Ismael Serrano acompañó los acordes de sus músicos y empezó el concierto. Comenzó la historia. Un cuento donde habitaban seres ficticios que llevamos a cualquier parte cada uno de nosotros. Vecinos con los que se comparte la vida. Tejiendo una y otra anécdota, Serrano va cantando, va contando cómo es su manera de vivir y va pidiendo a los presentes: "Acuérdate de vivir".

Como en cada uno de sus conciertos llama a la reflexión, a dar batalla por los sueños, a no bajar los brazos jamás. En Montevideo, el pasado 15 de setiembre, Serrano cerró su gira por América del Sur y compartió su generoso tiempo con las centenares de almas presentes. Hubo momentos en los que el artista tuvo traspiés. Se olvidó de la letra de una canción (imperdonable que fuese mi favorita) y nos habló de la crisis... a nosotros que nos van a contar de crisis!

Sin embargo, como pocos, Serrano ofreció un concierto maravilloso y dio todo de sí. Junto a su equipo tocaron y cantaron por espacio de casi 3 horas, lo que nos conmovió a todos. Repasó temas de todas las épocas y dejó sin duda el alma en ese escenario.